Utilizar herramientas mnemotécnicas para representar el tiempo.
Mapas mentales que condicionan la comprensión del tiempo como un elemento lineal y progresivo; otros que lo abordan como si se tratase de un monstruo.
La función de los mitos de origen es contar el mundo. Los hechos históricos, en cambio, prácticamente desaparecerían de nuestra conciencia si no fuera por su inserción en tramas narrativas que los dotan de sentido. Johannes Buno se convirtió a finales del siglo XVII en uno de los últimos artífices del ars memoriae con la invención de un método genuino para recordar con facilidad. Este nétodo se basaba en la construcción de imágenes mnemotécnicas que consistían en diagramas en los que una serie de hechos históricos se distribuían de forma estratégica para acabar dando lugar a figuras alegóricas. De este modo, Buno presentaba el siglo V como un dragón alado, en el que se ordenaban una serie de sucesos en las partes de su cuerpo, o daba al siglo VI la forma de un oso extraño.
Buno parte de la consideración de que Montjuïc puede ser también uno de estos animales monstruosos. La montaña se ha convertido a lo largo del siglo XX en una formación, no solo histórica, sino también historiográfica, que encuentra su punto de origen en las infraestructuras que se construyeron allí con motivo de la Exposición Internacional de 1929. En el sótano de la exposición que tuvo lugar entonces en el Palacio Nacional, un diorama de la cueva de Altamira proporcionaba al Estado español un pasado mítico. Curiosamente, este elemento también se ha convertido en la primera piedra del «centro de acumulación de inteligencia» en el que, en palabras de Antonio Gagliano, se ha transformado toda la montaña con el paso de los años.
Buno es un viaje por las redes de la historia, un viaje en el que los hechos recuperan la posibilidad de fluir a contrapelo de las narrativas. A su vez, los hechos son forzados a dar un giro para que sean estos mismos, ahora, los que iluminen las circunstancias en las que se producen los mitos que necesitamos para entender la historia.
Antonio Gagliano (Córdoba, Argentina, 1982). Vive y trabaja en Barcelona. Exposiciones recientes: ADN Platform (Barcelona), Premio ArteBa-Petrobras (Buenos Aires), Koldo Mitxelena (San Sebastián), Fabra i Coats (Barcelona), Bienal de La Habana (La Habana), Aparador del Museu Abelló (Mollet del Vallès), Espai Cultural Caja Madrid (Barcelona), MACBA (Barcelona), entre otros. Acaba de publicar con Album Editions su primer libro, El espíritu del siglo XX.
Arqueología prevenitva: Los proyectos de Oriol Vilanova, Lúa Coderch, Lola Lasurt, Antonio Gagliano y LaFundició que se presentan en el marco del ciclo Arqueología preventiva plantean un conjunto de desplazamientos por la capa superficial de la memoria. Más que investigaciones sobre el pasado, se trata de un rastreo de las formas en las que la historia se dispone, se relata y comparece actualmente en la esfera pública; un mapeo de las herencias recibidas y que articulan nuestra relación con tiempos pretéritos; un conjunto de rutas hacia distintos lugares desde donde interpelar la memoria colectiva.