2014
Universitat de València
Texto sobre el trabajo de Efrén Álvarez publicado en: Avaritia Ominium Malorum Radix. 12a Biennal Martínez Guerricabeitia. Universitat de València, 2014
Walter Benjamin alertó a los artistas e intelectuales de su época sobre el lugar ambiguo que éstos ocupaban en el seno del aparato de producción capitalista y en relación con la cultura burguesa. El pensador consideraba que los artistas se debían comprometer con la lucha de clases y ocupar el sitio “de un benefactor, de un mecenas ideológico” respecto al proletariado. Pero seguidamente se preguntaba: “¿Y qué clase de lugar es este?”. Su respuesta es harto conocida: se trata de “un lugar imposible”. (1)BENJAMIN, Walter (2004): El autor como productor. Itaca, México D. F. P. 37.
Efrén Álvarez ocupa un lugar que, en cambio, es más que predecible. El artista también considera la cuestión de la transformación social con su trabajo, pero en este caso se ubica en una posición que es prácticamente ancestral: su lugar es el de un brujo, de los que hace maleficios. Un brujo de magia negra, pero que asimismo tiene la originalidad de insertarse en la que hoy llamamos sociedad posfordista, o sociedad red, o sociedad líquida. Una sociedad que esparce las prácticas y las representaciones del capitalismo de antaño entre un conjunto de estructuras reticulares y que, por lo menos en su apariencia, son más móviles y livianas.
En cierto sentido podemos afirmar que la ambivalencia que señalaba Benjamin para los artistas de los años treinta del siglo XX, se ha generalizado al conjunto de esta sociedad creativa de principios del siglo XXI. Una de las preocupaciones de Álvarez es la presunta flexibilidad y la intercambiabilidad del nuevo capitalismo, ese conjunto de actitudes relativistas y antidogmáticas que, antes que nada, lo que habrían conseguido es una fagocitación sistemática de crítica y una licuefacción de la posibilidad de asumir posicionamientos con determinación.
La herramienta que utiliza Álvarez para dirigirse a esta sociedad es el diagrama estructural. Con sus dibujos resigue las redes en como nos organizamos, ya sea por medio de trabajos que focalizan la atención en interacciones humanas bien precisas, o bien con composiciones más generalistas que despliegan los vastos itinerarios que siguen las relaciones de poder o la circulación de bienes alrededor del globo. Sus trabajos pueden recordar a las visualizaciones de datos y mapas conceptuales afines al análisis sociológico, especialmente en boga desde el desarrollo de las tecnologías digitales e Internet.
De alguna manera los diagramas se han vuelto a día de hoy el cliché para dar cuenta de la complejidad de la sociedad red y de sus infraestructuras. Pero los dibujos de Álvarez apenas facilitan herramientas para el análisis o la crítica ponderada, pues sus redes circulan saturadas de abyección. El capitalismo se presenta en esos como una máquina autónoma y devastadora, pecaminosa en si misma, prácticamente tal y como se habían tildado las actividades lucrativas durante los siglos medievales. Las relaciones humanas solamente pueden encarnar, pues, la codicia y la hipocresía y, en ningún caso, podría darse en su seno una pizca de justicia o el desarrollo de una posición ética sostenible.
Los diagramas de Álvarez son, pues, falsamente analíticos. Con ellos no parece que se quiera ofrecer al capitalismo lo que podríamos considerar una nueva crítica, el posible corrector de algo que, precisamente, se considera que está envilecido desde su misma raíz. No encontramos aquí un posible motivo o un solo argumento, que, al fin, pueda servir al capitalismo para reforzarse y replicarse. Sus diagramas no son tanto para visibilizar la complejidad de la sociedad, sino que, en realidad, son un medio para vilipendiarse de ella y para caricaturizarla de un modo creíble y en su estatus actual, en su forma de red.
Tal vez es en este sentido que debemos entender el concepto que el mismo Efrén acuña para hablar de su trabajo, la noción de “caricatura sistémica”. Efectivamente, el artista entiende sus diagramas como “una parodia de las estructuras y las dinámicas sociales. Como lo que una caricatura tradicional es de la imagen de una persona”. (2)ÁLVAREZ, Efrén (2009): New Wave Statics. Algunos aspectos de mi trabajo. [autoedición] Barcelona. P. 6. Alguien dijo que el diagrama mismo es la actualización de la caricatura en el plano conceptual, en tanto que ambas figuras se basan en la simplificación de la información. Pero lo que nos interesa aquí de la caricatura es su efecto paródico, que probablemente es lo que permite que, aun su aspereza irreductible, la rotundidad de Efrén también consiga infiltrarse y circular con cierta celeridad por misma la sociedad red que sistemáticamente desdeña.
La caricatura probablemente sea lo más parecido a un muñeco vudú que dispone nuestra sociedad. La magia vudú servía a Alfred Gell para prefigurar un patrón de funcionamiento para todo el arte imitativo: en su teoría antropológica, Gell explica que el arte no habría tenido en ningún momento la intención de imitar fidedignamente nada, sino que la copia de un sujeto, de la natura o de cualquier otro elemento habría sido justamente el medio para ganar un poder específico sobre esos, incidiendo en el modo en que los percibimos y establecemos relaciones al respecto. De igual modo pasa con el vudú, en donde la posibilidad de la copia no tiene otra razón de ser que la de ganar una influencia y la capacidad para afectar el referente. (3)GELL, Alfred (1998): “The Distributed Person”, en: Art and Agency. An Anthropological Theory. Oxford University Press, Oxford. Pp. 96 – 155. Y si, según Gell, el arte habría seguido este patrón de un modo generalizado, pensamos que es en la caricatura en particular que encontramos a día de hoy una especial predisposición para realizar una intimidación al referente por medio de su representación.
Efrén como hechicero lo reencontramos justamente en este punto. Su “caricatura sistémica” no ofrece al capitalismo ni un análisis ni una crítica, sino que es una maldición lo que propiamente el artista le dirige. Sus diagramas no visibilizan apenas algún dato empírico, sino que buscan anticipar una nueva visualidad de la sociedad red, que se basa ahora en lo deleznable. Los diagramas de Efrén son, en suma, muñecos vudú hechos a partir de los nuevos disfraces que adopta el capital, aquellos que todavía nos resultan creíbles y que desafían nuestras posibilidades cognoscitivas. Pero su intención no es ni describir ni comprender, sino que básicamente incidir sobre un cuerpo a la vez que circular por entre sus redes, sin condescender y establecer por eso ningún tipo de negociación, y buscando en cambio la producción del máximo perjuicio.
No hay aquí un pacto con el capitalismo ni un pacto con sus hipotéticas alternativas. No se trata ya de “un lugar imposible” para el artista, sino que ningún lugar se concibe aquí como posible dentro del capitalismo. El retiro de Efrén a la lógica animista y la alquimia tienen en cambio la apariencia de un viaje en el tiempo, de un anacronismo, el cual lleva al artista a retroceder más allá de los años de la Ilustración. La apariencia científica del diagrama queda abducida así por un por un proceso que tal vez no sea otra cosa que vudú. Mientras que por sus redes ya no vemos que circule otra cosa que no sea el mal en estado puro.
Notes:
1. | ↑ | BENJAMIN, Walter (2004): El autor como productor. Itaca, México D. F. P. 37. |
2. | ↑ | ÁLVAREZ, Efrén (2009): New Wave Statics. Algunos aspectos de mi trabajo. [autoedición] Barcelona. P. 6. |
3. | ↑ | GELL, Alfred (1998): “The Distributed Person”, en: Art and Agency. An Anthropological Theory. Oxford University Press, Oxford. Pp. 96 – 155. |